sábado, 9 de marzo de 2019

No Desfallecer

Jadeos constantes, interrumpidos por un silencio frío y vacío, en medio de la nada, rodeada de una niebla cegadora entre la que adivino construcciones esqueléticas, mientras  mi mirada se aferra a caminos sin destino. Veo sin observar entre la oscuridad tenue, al límite de mis fuerzas, cerca de la extenuación. Arrodillada en el suelo, siento cómo mis rodillas se clavan en el cemento mientras miro mi vómito, mi bilis, restos de mi dignidad ultrajada. Siento escalofríos y temblores en un cuerpo gopeado sin piedad por la hipocresía desbordada de una autoridad que sólo la misoginia más recalcitrante puede legitimar.

Minutos de transición, estado pasajero, momentaneo. Mis músculos comienzan a recobrar su forma, la sangre vuelve a fluir por mis venas. Sé que me encuentro en la escena que precede al levantamiento. Consigo sostenerme sobre mis piernas, mantenerme de pie y mirar al frente, por infinita vez, con la cabeza alta y la cadera ligera. Una vez más dispuesta a plantarte cara, a grabar a fuego en tus ojos que estoy aquí, viva y fuerte, dispuesta a obligarte a engullir hasta el último átomo de responsabilidad sobre tus actos.

Una década de cuidados, atenciones y servicios, de empatía gratuita y sigo tambaleándome. Vuelvo al suelo, siento el dolor en mis rodilas. Parezco perder el control mientras me desacostumbro a quererte y me acostumbro a odiarte, sabiendo que jamás podrá mi cuerpo albergar tanto odio como mereces.

En medio del desconcierto escucho una voz lejana, pero cálida, conocida, que me susurra al oido la premisa: no desfallecer. Mantenerme siempre alerta, preparada para coger las armas en cualquier momento, para escuchar la llamada de Liza, y convertirme así en la guerrilla que debes enfrentar sin conocer victoria alguna, sólo el ostracismo más cruel jamás imaginado.

Mis pies ya no tocan el suelo mientras me lanzo a lo desconocido. Así lo elijo, prefiero morir luchando y sabiéndome manada, que rendirme ante el miedo que, en momentos de sincera intimidad, siento cómo toma mi cuerpo y mi alma abalado por tu hipocresía, tu violencia, tu misoginia, tu superioridad vacía, tu altibidad estúpida. Es entonces cuando lo veo claro, no hay alternativa, acabaré con el ser de mierda que eres.

lunes, 12 de marzo de 2018

NOSOTRAS, LAS PRIVILEGIADAS

Este texto pretende ser una reflexión posterior al 8 de marzo y contemporánea al surgimiento y desarrollo de lo que podemos empezar a llamar la cuarta ola del feminismo(1). Antes de comenzar la argumentación, considero interesante recalcar que el empoderamiento de las mujeres que se está produciendo en la actualidad es muy necesario, potente y válido. Sin embargo, además de acompañar a todas aquellas mujeres que están perdiendo el miedo a llamarse feministas y a conocer el feminismo, es importante pararse y analizar, en la medida de lo posible, cómo se está dando toda esta expansión del movimiento feminista.

Independientemente de cuál fuera nuestra posición frente a esta huelga, es obvio que todas, sin distinción de ideología, raza o clase hemos de admitir la verdad: en esta huelga no paró quien quería, si no quien podía.

La precarización del trabajo y el aislamiento sistemático de las trabajadoras, provocado por el desarrollo neoliberalista de los estados occidentales y el desarrollo desenfrenado de las tecnologías, hace muy difícil el surgimiento de relaciones entre las trabajadoras. La capacidad de negociación, lucha y presión de las trabajadoras en la sociedad actual es casi inexistente en la gran mayoría de los sectores.

Teniendo en cuenta esta situación, la pretensión de que una huelga productiva o de cuidados,  la segunda se posiciona como la actividad estrella en cuanto a actividades llevadas a cabo en la soledad del domicilio se refiere, pierde mucho sentido. El objetivo de una huelga, del carácter que sea, es demostrar al opresor la importancia del trabajo de los oprimidos y por lo tanto generar un escenario de fuerza que obligue al primero a negociar con un oponente fuerte y reafirmado.

Si el pasado jueves las mujeres estábamos llamadas a parar y hacer huelga como herramienta de demostración de nuestro poder, esta llamada era pricipalmente inútil. Por la sencilla razón de que la mujer es el tipo de trabajador más precario de todo el sistema laboral, y si a esto le sumamos cuestiones de raza, religión, cultura o clase social, la precariedad se multiplica por mil mientras que las posibilidades de parar se reducen a cero.

Quienes sí podíamos parar: mujeres blancas, occidentales, capitalistas, y con privilegios, decidimos que esa herramienta, la que nos permite parar a nosotras, era la más adecuada para llevar a cabo una demostración de fuerza del conjunto total de las mujeres. Pues bien, la equivocación fue magmánica.

Desde distintos y variados colectivos, asociaciones, frentes, asambleas y demás, eran muchas las mujeres que gritaban que ellas no podían parar, que esta forma de lucha no las interpela, no porque no querían luchar, si no porque para ellas es directamente imposible llevarla a cabo, por lo que quedan excluidas de ella.

Frente a esta demanda, muchas compañeras argumentan que ellas paran por las que no pueden parar. Este argumento me dibuja en la mente una metáfora de representación similar a cuando las mujeres abríamos cuentas bancarias o viajábamos al extranjero con el permiso de un hombre, no es que no pudiéramos hacérlo, ya lo hacían por nosotras.

Las voces que siguen gritando y exponiendo su disconformidad después del 8M siguen siendo muchas, cada vez más, y es obvio que, nosotras, las “jefecillas del cortijo del feminismo en el hemisferio norte” hemos de cuestionarnos. Principalmente porque de eso va el feminismo, de romper privilegios.

Hasta el momento hemos estado muy centradas en criticar esos privilegios que nos oprimen, lo cual es muy necesario,  pero parece que se nos olvida mirar el otro lado de la moneda para identificar y destruir los privilegios que nos benefician. En su mayoría somos mujeres blancas, occidentales, nacidas, educadas y crecidas en una sociedad capitalista cuyos valores más íntimos tenemos asimilados hasta la médula. Sufrimos opresión por ser mujeres, pero no podemos olvidar que ejercemos otra tanta por no ser negras, musulmanas, rurales, pobres o analfabetas.

Si no paramos, no sólo para festejar, si no para reflexionar y escuchar, no habrá muchas posibilidades de romper la lógica capitalista y patriarcal de la sociedad en la que vivimos, nosotras y ellas. Las demandas del paro del pasado día 8 hacián referencia a las necesidades de la mujer europea media, y está bien, pero no es, ni de lejos, una quinta parte de lo que deberíamos reivindicar.

Propongo pues que nos callemos. Que después de esta bacanal de reafirmación, muy necesaria por otro lado, hagamos todos los esfuerzos necesarios para echarnos a un lado y escuchar a todas esas voces, que no vienen de las antípodas, si no que están aquí, con nosotras, pero que no se viven como nosotras.

Es el momento de demostrar que realmente nos creemos la peli que queremos contarles a los hombres y a la sociedad y para ello deberíamos poner nuestra condición de ciudadanas de primera a disposición de las que no lo son. Permitirlas aprovecharse de nuestros privilegios para destrozarlos. Callarnos nuestros cánticos pidiendo que se rompa el techo de cristal y escuchar a las que encima tienen una mole de cemento. Pedirles disculpas por creernos el ombligo del mundo y quitarnos de en medio para que las que vienen de la periferia tomen el centro, ese centro que nos pertenece, por pura corrupción histórica, y hagan con él lo que haya que hacer.

Por una vez seamos feministas, callémonos y permitamos así que las mujeres que viven bajo nuestro yugo tomen el control.

Deberíamos comenzar por aprender a vivir y a hacer política desde la duda. Nuestra posición privilegiada y nuestra educación ilustrada y racional nos enseñan y nos permiten desarrollar un juicio sobre todo lo que nos rodea. Sabemos qué es lo que está bien y qué es lo qué esta mal. Podemos decir si esto es lo correcto o lo incorrecto. Nos vemos en la constante obligación de emitir juicios sobre los que nos rodea, nos sentimos interpeladas por todo cuánto pasa en nuestra ciudad, barrio o pueblo. Pues bien, ha llegado el momento de empezar a cuestionar nuestro propio sistema de valores e ideas vitales para permitir que otras formas de entender el cuerpo, la vida y el espacio entren en escena mientras nos limitamos a mirar y escuchar.

Estas otras formas ya comparten espacio con nosotras, pero estamos tan encantadas con nostras mismas que no somos capaces de darnos cuenta que nuestro discurso puede perjudicarlas, a ellas y por ende a nosotras mismas. La revolución habrá de contar con todas y si no, no habrá revolución, habrá una reforma adhoc para contentar las demandas de un reducido número de mujeres opresoras.

(1) https://www.todoporhacer.org/4a-ola-del-feminismo-esta-aqui/

miércoles, 2 de noviembre de 2016

A Cuchilladas


1ª.
De acuerdo, si es así lo pienso, pero, y aunque imponga peros, no lo lamento; buscar el sendero luminoso y encontrar las armas viejas con polvo de esperanza caduca, sin nada más, un vestigio, una reliquia. Para muchos ni eso, una terrorista.

2ª.
Enfermo por momentos y levanto la vista, saluda a los que alguna vez fueron, y a los que bailaron en un antro de jazz con olor a morfina y caléndula. No hay reparo, está hecho, está, lo que hay es lo que hay.

3ª.
Escucho el timbre, hago de cuenta que no estoy, me alegra no estar, no ser para otros; ocultar mi verdad y disfrutar unos instantes, en silencio, de mi fechoría; antes hubiera encendido un cigarrillo y la nicotina no hubiera significado más que el premio por un trabajo bien hecho; y en apariencia, a los ojos de cualquiera, sería una persona completamente normal.

4ª.
Indecisa cometí el crimen, quise un reconocimiento por ello y me ignoraron, hubo quien me condenó pero luego de dictar sentencia me abandonó a mi suerte y me convertí en olvido. Nada entonces tuvo sentido y en cada golpe cada hachazo, en la furia del triunfo, terminé por regalar mis alientos.

5ª.
Con resignación; no perdí nada que no pensara antes dar, y ahora me rescato del fango intentando fugarme, ser otra, abandonar mis proyectos, mi crimen, mi delito, no son míos, venderlos al mejor postor, regalarlos a la que no puede pagar, comenzar la farsa a telón cerrado y entre bambalinas realizar el intercambio.

6ª.
La sangre entre mis manos parecía devolverme la inocencia, y sentirme poderosa, todo fue una quimera, que disfruté, apenas unos segundos.

7ª.
No hubo peor castigo que ser parte del olvido, aquello de un hijo matricida tuvo incluso su excitación, permitióseme llamar a las Erinias y jactarme de una persecución justificada, aún siendo mal nombrada tuve más suerte que en el despecho de un público misógino, atrevido a normalizar y legalizar el genocidio de un sexo repugnante, necio, burdo; el mío.

8ª.
La oscuridad del olvido, no hay tortura mayor, lo reconozco, mutila lentamente el pensamiento, la conciencia, el yo “verdadero” que aunque intangible, existente, y levantarse es cada vez más difícil, no quedan extremidades en las que apoyarse, solo polvo, minutas partículas volátiles que ni si quiera te pertenecen ya; son de otros.

9ª.
Partisana quise ser, incluso creí serlo seguramente lo fui, junto a hermanas en la lucha que dejaron enmohecerse el fusil, porque luego y después de todo:- ¡Ya no os necesitamos más! No gracias- Y andate con cuidado por que te pueden acusar de un amor incestuoso que el retorcido cerebro del esclavo nunca entenderá, pues su único deseo es amar a su amo, chuparle la polla y dejarla brillante a la exposición de todos.
10ª.
Mirad: no hay pollas más brillantes, tan blancas tan pulidas tan fornidas, erguidas y blancas. Es verdad, no hemos visto pollas más hermosas que las de tu amo, pero ya estamos desterradas, nada nos importan las pollas; que pena no fuera nuestra decisión, que triste asumir, que el bozal ya no molesta pero que raro se hace vivirse sin él.

11ª.
Volvamos donde lo dejé porque todo esto es pasado ya, y aunque hubo dolor y agonía y aunque la cicatriz es para siempre y aunque la ofensiva no sirviera...Hay algo recompuesto. Mi castidad es mi propia verga, el ingenio por donde brotar el poder; como guerrera y sabia; cazadora y casta, y solo mía.

12ª.
Volvamos donde lo dejé porque ahí empezó todo, mucho antes de que la inocencia me fuera embargada, mucho antes de que limpiara la tierra de entre mis uñas, cuando tu sangra era mía porque yo la había vertido.

13ª.
Sobreseído, terrorista, inquisidora, bruja, follable, puta, objeto, principio y fin de un cuento de hadas; agujero, abucheo, oración de ritmo clérigo; y una campanada y dos campanadas y tres campanadas, muchas campanadas, y asesinas en la puerta esperando a las más negras, a las sucias redimidas, a las que verdaderamente merecen ser violadas. ¡Putas blancas que no son mis hermanas!

14ª.
Traicioneras de mi clase, traidoras arpías blancas igualitarias, antes de vosotras bailábamos con el vientre desnudo y a nadie le importaba; pusisteis la voz y disparasteis sin preguntar primero, vuestras balas alcanzaron nuestro míseros deseos y ahora apenas quedan recuerdos.

15ª.
Azul; el humo azul, y el humo del cigarro se vuelve azul bajo la “pacífica” luz de un galpón en ruinas lleno de ceniceros rotos donde las colillas y los vidrios se confunden y consumen, atragantarme con con cada calada y sumergirme en el placer de la droga traicionera que no produce placer, solo la falsa representación del poder, la falsa apariencia del hombre con aires de artista; ignorante, hipócrita, tú.

16ª.
A cuchilladas, asestar puñalada tras puñalada sin saber cuantas van hasta desgarrarse el húmero, dislocarse el hombro, luxación, yuxtaposición, articulación acromioclavicular, acrónimo, muerte dulce, oxímoron.

17ª.
No hay lágrimas.
¡Que la única agua salada sea la del sudor de una frente perturbada!

18ª.
¡Así sea!

lunes, 14 de diciembre de 2015



Del  9  de Enero al  26  de Marzo  TODOS LO SÁBADOS DE 11h A 14h en La Tortuga.

 Los personajes femeninos, desde clásicos como Medea, pasando por Lady Macbeht o Finea, hasta los personajes actuales, se articulan sobre los parámetros del patriarcado. Es fundamental profundizar, analizar y reflexionar en torno a ellos con una mirada crítica y desde un análisis feminista con la finalidad de re-interpretar y crear viejos y nuevos personajes. Este proceso consiste en dotarnos de nuevas formas de entendimiento y fomentar valores que nos permitan potencializar nuestra capacidad creadora como mujeres.

Apúntate en: lamujerenescena@gmail.com

sábado, 12 de diciembre de 2015

POEMA XII

Te dije que no
es no

te repetí hasta la saciedad que basta
significa que ya valió

te grité que me dejaras en paz
porque si no habría guerra

te aparté
porque no te quiero cerca

me negué
porque puedo y quiero

no te busqué
para no encontrarte

no te hablé
porque no tengo nada que decirte

no cedí a tus chantajes
porque no me gusta que me maltraten

no te lo dí
porque no te lo debo

no fuí quien debería ser
porque soy quién quiero ser

Te lo dije
Te lo repetí
Te lo grité

Lástima que ahora
no puedas escucharlo

jueves, 3 de diciembre de 2015

EN CLAVE FEMINISTA



El próximo viernes 11 de diciembre estaremos en La Tortuga de Lavapies.

Ahí nos vemos...

jueves, 16 de octubre de 2014

COMUNICADO


Entre el estrés del día y la angustia de la noche. Avocados a la pérdida de una utopía. Ya entonces las calles estaban hechas para no reconocernos. Hoy la monotonía es la misma, el balanceo es constante y siempre en el mismo sentido. Paciencia, hay quien dice, mientras el tiempo se funde en olvido. El mirarnos las caras huele a rancio, pero no dejamos de mirarnos, es un olor característico, nos reconocemos: El mismo estrés, la misma angustia. Los mismos días, las mismas noches. Dar un giro de 360º para chocar con la espalda. Y vuelta a empezar. Se hace difícil resolver el misterio, salir del círculo de sillas. Con pies de plomo intentando alcanzar la luna. Tras un encuentro buscando la oportunidad, que sabemos, existe.

¿De que estamos hechos sino es de rabia? Pero la rabia no es suficiente, hace tiempo que nos hemos dado cuenta de ello. Deslizamos sin embargo por las grietas, por las fisuras incompletas de una casa que se nos derrumba. Cinismo y desprecio, miserias de una norma que acusamos de ser la culpable de nuestro odio colectivo. Y hasta ahí, después del odio no hay nada, nada por lo que luchar. El cielo de las fábricas ya es otra cosa. Se hace difícil resolver el misterio, salir del círculo de sillas. Los sentidos se confunden. Que no nos vean llorar.

En la garganta el grito se abre paso. Estalla desde el búcaro fragante  de un viejo dolor desorientado. No es más que una plétora de lamentos. ¿Y mientras tanto?, ¡Ay! Mientras tanto. La locura es el único alimento, las fronteras  el paliativo de cada día, y cada noche saluda a un nuevo indigente. Se hace difícil,  sí,  resolver el misterio, salir del círculo de sillas.

Hemos de conservar la razón  más allá de la carne cautivada, y seguir pensando con palabras de los días venideros, más justas, más humildes, más sabias. Quizás la contradicción sea una pista. Empecemos por el principio: Contra la arrogancia propia del sectarismo.  Apretando los dientes. Para perder el miedo a equivocarse, a dar rodeos, a llegar a callejones sin salida.

Que la furia dé nombre a las cosas.  Que el juicio las envuelva y se las lleve en su curso. Que la violencia genere un ritmo que la moral no la condene. Que el encuentro desate la ferocidad del mundo. 
Su memoria.

Porque el momento es ahora, fue ayer y será mañana, eso lo decidimos nosotras, tan pronto como nos pongamos a ello.